martes, 17 de septiembre de 2013

Morir es quedarse sin tiempo, en la calma del olvido.
Morir es dejar de sentir, olvidar de qué color es el cielo o la magia del mar.
Morir es emprender un viaje al vacío, despegar del alma los sentidos.
Morir es quedarse sin sueños, cortarse las alas, quedarse sin ganas.

Me haces existir.
A veces hace falta cerrar los ojos, quedarnos mudos.
Dejar el corazón latir sin intermediarios.
Escuchar el silencio. Liberar los sentidos.
A veces creo saber todo lo que hay dentro.
Imagino certezas, organizo en suspiros mi colección de nostalgias, mi colección de alegrías. Puedo palparlos, sentir su textura, mirar sus colores y aferrarme a ellos. Como quien se aferra a algún sueño por simple capricho.

Otras veces despierto, tan ajena a este cuerpo, tan ajena a viejos sueños.
Sin certeza, sin caprichos, sin suspiros, sin palabras. Con el alma ardiendo y los pies en el viento. Y entonces miro a la gente, y escucho sus voces como música fúnebre, deseando que nunca sonemos así.

A veces me encuentro tan lejos del mundo, tan lejos de todos y lejos de mi. Sin embargo siempre muy cerca de casa, muy cerca de ti.
Como siempre, te dibujas en mi alma.
Magia.
Que el cielo siempre nos cuente historias.


Amanece